ORCID iD un excelente recurso para todos, pero mal usado por algunos
- On junio 28, 2018
- calidad editorial, Edición de revistas, Perfiles académicos
Casi 5 millones de identificadores ORCID se han utilizado desde su creación en 2009[1]. El código ORCID es un identificador único de autores de publicaciones científicas que evita la confusión que se da cuando otras personas coinciden en la manera como firman sus trabajos, cuando se utilizan distintas formas de combinaciones de los nombres (en el caso de que ciertas publicaciones sean firmadas con los dos apellidos completos o solo con uno e inicial del segundo, etc.), o cuando son transcritos a otros idiomas.
A través de una cuenta de ORCID, se puede registrar una breve biografía, mostrar diferentes combinaciones en que se han firmado en anteriores trabajos, la institución en la que se labora, país, otros identificadores usados (como ResearcherID), palabras clave que describen el área de especialidad, fuentes de financiamiento, sitios web personales o institucionales, correo electrónico y unos 37 tipos de trabajos que van desde el artículo científico hasta información sobre patentes y el póster de una conferencia (ver Imagen 1).
Una de las opciones de configuración del perfil permite que el usuario decida qué información depositada en cada campo (biografía, empleo, financiamiento, financiamiento, obras, etc.), puede ser pública o restringida. Para ello se tienen tres opciones: en la primera, el autor puede hacer pública la información en su totalidad para que pueda ser vista por cualquier otro usuario. Con la segunda opción, puede restringir los datos de manera parcial, haciendo visible su información solo para un público, varias instituciones o grupos específicos de confianza. Con la tercera opción se restringen totalmente los datos, con lo que la consulta se limita al autor (ver Imagen 2).
Según ORCID, solo el 8%, unos 400.000 usuarios, elije la opción de privacidad total y un 5% elijen la opción limitada o parcial de restricción de acceso a los datos. Puede parecer una cifra insignificante, pero que, cuando se presenta el caso de una restricción total de todos los campos de información, pone en dificultades, a los editores que han definido el identificador ORCID como un requisito obligatorio en el proceso editorial.
Si bien el identificador ORCID facilita la normalización y la desambiaguación de los nombres de los autores para que universidades, instituciones o agencias de financiación puedan recuperar sin errores la totalidad de la producción científica de un investigador, el sistema ofrece además, como ya hemos visto, la posibilidad de crear un currículum vitae bastante detallado, lo cual es muy útil para los editores que desean conocer la producción de los autores que someten artículos y encontrar posibles revisores. No hay que perder de vista que el identificador ORCID está siendo usado por Crossref para integrarlo con el Digital Object Identifier (DOI), por bases de datos como Redalyc[2], así como también por sistemas de gestión editorial como el Open Journal Systems (OJS) para que pueda ser consultado por los lectores que desean conocer más sobre la producción del autor del artículo que consultan.
Obtener el número de identificación ORCID no es algo complicado. Existen varios tutoriales que pueden servir de guía y aprovecharlo al máximo[3]. Sin embargo, todas estas bondades se van al traste cuando no se actualiza la información y, más aún, cuando se restringe la consulta de manera permanente y en su totalidad a todos los campos (biografía, empleo, financiamiento, financiamiento, obras, etcétera). En esa medida, ¿de qué sirve tener un ORCID si no se hace pública la información de la producción científica, si le cerramos la puerta a que otros sepan sobre los artículos publicados u otro tipo de información académica?
Pueden existir varias razones para que algunos investigadores no utilicen de manera completa esta herramienta:
- Tienen publicada ya información completa de su producción en otros sistemas (Google Scholar, CvLAC -para el caso de Colombia-, páginas web personales, etcétera) por lo que, para algunos investigadores, no se justifica duplicarla en ORCID.
- Desconocimiento de las ventajas o del sentido de la herramienta.
- Cumplir rápidamente con un requisito poco explicado en la política editorial de una revista.
La primera razón podría comprenderse en la medida de que los investigadores están siendo presionados constantemente a llenar una cantidad excesiva formatos para registrar sus trabajos. La segunda, tendría como explicación la poca promoción que ha tenido el ORCID en algunas instituciones y, la tercera, tal vez tendría que ver más con cierta apatía de los autores frente a este tipo de herramientas o paso del procedimiento de sometimiento de artículos que deben cumplir, lo cual hace que solo incluyan la información necesaria para obtener el número de identificación.
Los editores que desean implementar el ORCID en sus revistas deben exigir, desde el primer momento, a los autores a que registren su identificador y, además, no restrinjan, en la medida de lo posible su información académica. Pero, antes, los editores deberían explicar en su política editorial y en la guía para autores, la importancia de usarlo bien y de dejar abierta la información más relevante sobre sus actividades académicas.
Notas al pie
[1] Se pueden consultar las estadísticas de uso directamente en https://orcid.org/statistics
[2] De hecho, Redalyc es uno de los sistemas de información articulado totalmente con ORCID.
[3] Recientemente Óscar Caicaedo-Alarcón, coordinador de comunicaciones de la Escuela de Economía y Finanzas de la universidad EAFIT y colaborador de este blog, ha dictado una videoconferencia en el marco del Seminario permanente en Línea sobre la creación y gestión de perfiles académicos en donde explica (a partir del minuto 1:09:00) de manera muy clara la importancia del ORCID y cómo crearlo. Se puede ver video en: https://goo.gl/JhSjxg
Heiner Mercado Percia. Colaborador del blog Journals & Authors, Club de editores. Profesor de la Universidad EAFIT. Editor de la revista Co-herencia de la Escuela de Humanidades.
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¿Tiene sentido ocultar un perfil de investigador? Parece un contrasentido hoy día cuando se busca la difusión de trabajos elaborados con tanto esfuerzo y lograr con ello mayor impacto en la comunidad científica https://t.co/X0q9Dqu3pL
— Biblioteca de Econom (@BibEcoUVa) 10 de julio de 2018
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