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Vocación editorial: entre el oficio silencioso y la construcción de saberes

Publicamos el discurso pronunciado por la Dra. Olga Acuña Rodríguez, editora de la revista Historia y Memoria en la ceremonia de reconocimientos a editores en el 6.° Encuentro Regional de Editores Académicos, Medellín, 11 de julio de 2025.

Señores miembros de la mesa directiva, organizadores y organizadoras de este excelente evento (6.° Encuentro Regional de Editores Académicos); editoras, editores, y público en general.

Hoy queremos expresar un agradecimiento profundo a Journal & Authors, así como a la Universidad Católica Luis Amigó, por haber propiciado esta jornada para dialogar sobre las experiencias editoriales, los retos que a diario enfrentamos como: autores, evaluadores, investigadores y editores. Hemos aprendido de las experiencias y reflexiones a partir de las actividades realizadas: talleres, conferencias y páneles, de donde nuestra práxis se ha convertido en objeto de reflexión, indagación y socialización de experiencias.

Hemos visto en cada discurso, en cada reflexión situaciones con las que a diario nos enfrentamos, la presencia de sujetos invisibles hoy referidos como inteligencia artificial, las disyuntivas de la construcción de textos, el papel de autores y el juego de intereses que los acompañan, la percepción de los evaluadores sobre un texto, la dificultad para obtener recursos y el cómo hacerles frente a las nuevas dinámicas de publicación, revisión y post-publicación. Pero, particularmente cómo lograr mayor visibilización, citación y posicionamiento en los ránquines nacionales e internacionales; cómo establecer redes y cómo apoyarnos en este trabajo dinámico y sistemático, que, dadas las particularidades y complejidades, cada día nos plantea nuevos retos y nuevos escenarios que como editores debemos enfrentar.

En los espacios de disertación hubo varios momentos emotivos donde se percibió la conexión del autor y el editor como parte de la cotidianidad, a la vez que afloraron sensibilidades derivadas del ser y el sentir, que hacen parte de nuestras experiencias vividas. Y en el mundo de la edición y la publicación construimos espacios de saber, imaginamos procesos, tomamos decisiones y presentamos nuevas maneras de ver el mundo, pero lo central es el aporte al conocimiento, a las reflexiones metodológicas, al diálogo de saberes, que son fundamentales para que los sujetos puedan lograr procesos de emancipación, maneras de representación de lo otro y de los otros.

El trabajo de edición, del que se ha hablado en estos tres días, va más allá de un gusto e interés personal. A pesar de que algunas universidades han hecho esfuerzos significativos para la cualificación de las personas que nos dedicamos a estas labores de edición, con miras a formar talento humano, es una actividad silenciosa que en ocasiones es poco reconocida y visibilizada, pero de gran relevancia para el mundo del conocimiento y su circulación. Por eso, el esfuerzo que han hecho los organizadores de este evento tiene un doble mérito además de propiciarnos el espacio de diálogo entre editores, reconocen estas actividades de edición, publicación y post-publicación y proyectan su potencialización.

La Dra. Olga Acuña durante la lectura de su discurso.

También ha sido un espacio significativo para nosotras las mujeres que nos dedicamos a esta labor editorial e inmersas en la investigación. Desde nuestras publicaciones y el diálogo que establecemos con otras y otros investigadores en distintas latitudes, aportamos miradas que enriquecen el conocimiento. Ese aporte, aunque muchas veces silencioso, obtiene reconocimiento según el grado de apropiación que logre: ya sea a través del número de citaciones o de la manera en que las comunidades académicas nos convierten en referentes en la producción de conocimiento.

Desde mi experiencia en la edición de una de las revistas más importantes de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), HISTORIA Y MEMORIA, categorizada en Scopus Cuartil Q2, de la que inicié como neófita con el interés de aprender y sacar adelante un proyecto editorial, que para le ápoca fue significativo porque se pretendió visibilizar experiencias investigativas de una gran tradición en el campo de la Historia, que siendo la primera Maestría en Historia del país a nivel de publicaciones no lograba posicionarse. En 2010, siendo directora del Doctorado en Historia con colegas como Antonio de Pedro y Javier Guerrero, nos dimos a la tarea de construir este proyecto editorial. Y desde entonces, en la labor diaria de recepción de textos, revisión, dialogo con autores, evaluadores; proceso de edición y publicación hemos aprendido otros lenguajes: que además del amplio campo de la historia, revisión de textos, publicación y postpublicación establecen un puente entre el autor y el lector; sin desconocer los lenguajes informáticos, el marketing digital y el uso de la inteligencia artificial, que hoy son retos muy importantes para la comprensión de esta compleja articulación entre el uso metodológico de esta herramienta o la suplantación del ser humano por este mecanismo.

Sea el momento para agradecer este sentido homenaje y reconocimiento a nuestra labor como editores y editoras, porque esto nos motiva a continuar planeando, descubriendo herramientas que nos apoyen en nuestra labor y a seguir dinamizando procesos editoriales, que con criterios éticos, responsables, dinámicos y participativos; promovemos espacios de difusión del conocimiento, que marcan un derrotero en la construcción de nuevos saberes, en el diálogo entre los diversos actores inmersos en el proceso, disciplinas; escalas temporales y espaciales, hacia la comprensión de procesos sociales disímiles.

Este reconocimiento también es una oportunidad para seguir trabajando, para motivar a otros editores a construir espacios académicos cualificados, éticos y más dinámicos. También para reconocer que la labor del editor va más allá de recibir y tramitar documentos. Tiene mucho más que ver con la toma de decisiones académicas, con percibir lo que hay detrás de un texto, con comprender el saber y el sentir de quien produce un texto, que se traduce en mensajes cognitivos, que tienen apuestas interpretativas y, tal vez, propuestas de cambio o innovación, y que consideramos puedan circular en espacios públicos: académicos y sociales, para motivar otras reflexiones, cambios e interacciones. Este quehacer convierte al editor en un académico, un intelectual y un facilitador del conocimiento.

¡Muchas gracias!

Dra. Olga Yanet Acuña. Editora de la revista Historia y Memoria publicada por la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.

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