¿Para qué seguir publicando revistas? Parte II
- On noviembre 29, 2022
- calidad editorial, Edición de revistas, editor científico, Editores, Evaluación de revistas, Factor de impacto, revistas científicas
El pasado mes de agosto, escribí un breve artículo titulado “¿Para qué seguir publicando revistas?”. Allí planteaba varios interrogantes surgidos de un panorama que, a mi modo de ver, resulta paradójico en el contexto de las revistas colombianas, pues el anterior Colciencias (hoy Minciencias) cumplió con los programas de capacitación para profesionalizar a los editores, al mismo tiempo que exigía más condiciones de calidad que una buena parte de las revistas no han podido cumplir exitosamente. Otro elemento que motivaba la pregunta es el hecho de que nuestras revistas siguen estando instrumentalizadas a tal punto que, una vez pierden valor esos fines ajenos que las sostienen, comienza a debilitarse el interés de las instituciones por seguir apoyándolas.
Suscribo cada parte de la respuesta que dio Andrés Guzmán a mi artículo. Su respuesta se publicó el mes de octubre en este blog. Estoy de acuerdo con que las revistas cumplen un papel importante, dado que son canales de conocimiento validado ante comunidades científicas, permiten articular nuevas disciplinas y abordar diferentes necesidades disciplinares. Sin embargo, las motivaciones que impulsaron el surgimiento y que continúan promoviendo la publicación de muchas revistas colombianas son totalmente diferentes a las que tuvieron revistas como Philosophical Transactions of the Royal Society y Journal des Sçavans. Cabe señalar que esto no es algo propio de las revistas colombianas; las editoriales científicas del mundo tienen otro tipo de motivaciones como, por ejemplo, las económicas, que muy seguramente han terminado por subordinar cualquier otro interés que permita ampliar el conocimiento científico y la creación de nuevas disciplinas.
Muchas revistas colombianas surgieron —palabras más palabras menos— para publicar los resultados de investigación de los profesores de instituciones ancladas y limitadas a contextos locales. Bajo estas condiciones, las revistas funcionaron y lograron construir cierto interés en lectores e investigadores nacionales. En principio, no habría ninguna anomalía si dejamos a un lado los efectos de la puesta en marcha de la política de incentivos de los decretos 1444 de 1992 y, posteriormente, del 1279 de 2002.
Pero tres factores presionaron cambios profundos en las publicaciones científicas locales: el primero tiene que ver con Internet, que rompió con esos límites al facilitar el paso de las publicaciones impresas a las digitales que abrieron la posibilidad de consultar y tener comunicaciones más rápidas entre autores, editores y lectores. Un segundo factor fue la globalización, que también jugó un papel importante cuando promovió la necesidad de internacionalizar las universidades. Por último, los procesos de medición o uso de métricas para evaluar la investigación que, junto con la indexación en las bases de datos (WoS y Scopus), terminaron convirtiéndose en un instrumento para determinar sagradamente la calidad científica de las revistas.
Estos tres factores siguen siendo hoy una presión para las revistas colombianas. Si bien los editores e instituciones se han librado de los costos y otras actividades asociadas a la impresión de revistas, las publicaciones digitales plantean otros retos relacionados con la gestión e implementación de herramientas que necesitan una infraestructura que cada vez demanda muchos otros requerimientos institucionales, sumado a una constante actualización de procesos que obligan a tener disponibilidad de personal técnico que lo respalde. Los editores de hoy deben saber muchas más cosas que antes. Atrás quedó ser solo experto en la disciplina y conocer las normas APA. Es necesario ahora que sepan cómo se usan los identificadores persistentes (DOI, ROR y ORCID), los programas de antiplagio, el Open Journal Systems, sistemas de preservación digital, conocer estrategias de difusión y diferentes formatos como XML, EPUB, HTML, etc.
El segundo factor es más complejo, porque la endogamia, que hacía que funcionaran las revistas del pasado, hoy es algo que debe superarse por la misma necesidad de internacionalizar los comités editoriales y la publicación de artículos de autores externos a la institución ‒que ojalá procedan de muchos otros países‒ y que estos sean consultados y usados en otras investigaciones ‒ojalá publicadas en revistas internacionales‒. Esta nueva tarea no ha sido fácil cumplir para muchos editores e instituciones, ya sea porque las revistas no resultan ser suficientemente atractivas para autores extranjeros o porque se tiene la terrible idea de que una institución no tendría que financiar una revista para que publiquen autores que no hacen parte de ella, al mismo tiempo que incentiva a sus propios investigadores a que publiquen en revistas extranjeras.
Este segundo factor influye sobre el tercero, pues muchas revistas siguen teniendo un impacto local no medible en términos de citaciones que hace imposible su éxito en procesos de indexación en bases de datos como WoS o Scopus a pesar de sus múltiples esfuerzos. El problema de todo esto es que estos tres factores se transformaron en fines en sí mismos que se imponen “por decreto” a través de las diferentes políticas de evaluación y no como medios que deben contribuir a la construcción y consolidación de comunidades disciplinares como bien lo recuerda Guzmán. Esto último, tal vez no lo tienen aún claro los editores ni las instituciones que le siguen apostando ciegamente al mero cumplimiento de requisitos o, por el contrario, ya comienzan a renunciar a la idea de seguir apoyando la publicación de revistas.
Crédito imagen tomada de Pixabay: mohamed_hassan
Heiner Mercado Percia, editor del blog de Journals & Authors. @heinermercado